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Libro "LA ORTOGRAFIA FONEMICA DEL ESPAÑOL" de Jesús Mosterín.


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LA ORTOGRAFIA FONEMICA DEL ESPAÑOL, Jesús Mosterín, Alianza Universidad, Madrid, 1981.
205 páginas.

La publicación de La Ortografía Fonémica del español, de Jesús Mosterín, ha vuelto a poner en el tapete de la actualidad la, para muchos, necesaria reforma ortográfica integral de nuestra lengua.

No es ésta, como sin duda se sabe, una cuestión novedosa en los anales del idioma, pues numerosos han sido los estudiosos que han tenido, con relación al tema, pareja sensibilidad: Gonzalo Korreas, Unamuno, Julio Casares y, más modernamente, Carlos Peregrín Otero, J. Polo y otros. En ningún caso, la verdad sea dicha, sus posicionamientos rebasaron —o han rebasado— el ámbito de lo puramente testimonial.

El libro de Mosterín, trata, desde coordenadas estrictamente lingüísticas, de razonar lo factible de una reforma ortográfica del castellano, modificando, en consecuencia, sustancialmente el sistema actual de correspondencias entre fonemas y grafemas (= letras).

El libro está estructurado en dos partes diferenciadas. En la primera, se considera la estrecha vinculación existente entre la fonología y la ortografía (desde la perspectiva de la lingüística general), vinculación que, como es conocido, se encuentra en la base de las lenguas con escritura fonográfica; en la segunda, se aborda, partiendo del esquema fonológico del español, cada una de las patografías (no biunivocidad entre fonemas y letras) de nuestro sistema ortográfico, así como su particular revisión.

Pero seamos más explícitos: en lo que es aproximadamente la primera mitad del libro, se enuncia el llamado principio fonémico, que postula una correspondencia biunívoca entre fonemas y grafías, esto es, que exista una sola letra para cada fonema, y viceversa. Este principio, que, según Mosterín, debería gobernar todas las escrituras fonográficas, es el que facilita el mecanismo de la lectura y de la escritura, poniéndolas al alcance de todo el mundo (en contraste con lo que sucede en las lenguas con escritura ideográfica o logográfica).

Pero lo dicho, con ser lo sustancial de la primera parte del libro, no es lo único: en la misma también se refieren por extenso las tentativas reformistas llevadas a cabo en el inglés y en el francés, lenguas en las que —y en ello radica fundamentalmente la clave del problema—, por presentar un nivel de patografías ostensiblemente más elevado que el español, la posibilidad de una reforma ha de ser considerada objetivamente más remota que lo sería en la nuestra.

La segunda parte del manual que reseñamos, titulada "Fonología y ortografía del español", representa, dicho sintéticamente, una propuesta formal de reforma de la ortografía castellana. En ella se refiere Mosterín, en primer término, a los intentos reformistas protagonizados por ilustres gramáticos, así como a la "deserciones" ortográficas de ciertos eximios escritores. Sin apenas solución de continuidad, aborda seguidamente el autor todas y cada una de las patografías existentes en nuestro idioma, poniendo el acento en aquellas más enjundiosamente problemáticas.

Para terminar, acaso convenga dar cuenta de la falta que se registra en el libro de un capítulo destinado a indicar cuál es el nivel de coordinación y de resolución necesario para que una propuesta de esta naturaleza prospere y fructifique, a determinar, en definitiva, cuál es el grado de asunción preciso que tal empresa demandaría de las instancias en ella implicadas (el estamento docente, los medios de información, el mundo editorial, etc.). Esta carencia, con ser notable, no cercena, sin embargo, las sugestivas potencialidades de esta obra.

Extractos de la reseña elaborada por Gonzalo Ortega.